24.10.07

CUENTO. JAIME LOPERA GUTIÉRREZ. COLOMBIA

Bosque entretejido
Óleo. Elena Ospina

ÁRBOLES


Jaime Lopera Gutiérrez.


Cierto día, el jefe investigador del laboratorio de agricultura tropical me llamó aparte para compartir conmigo su reciente descubrimiento.

–He hallado unas variedades muy especiales de árboles que quisiera a mostrarle –me dijo Mariano casi susurrando. Abrió un enorme libro con denominaciones latinas, me señaló los dibujos y comenzó sus explicaciones.

–En primer lugar, he tropezado con el árbol de los cuchillos. Este tipo de árbol produce una gran variedad de instrumentos filosos que se utilizan para los más diversos menesteres, desde los cortes del pan hasta los más espantosos crímenes pasionales. Se sugiere que no deben sacudirse sus ramas porque existe un peligro mortal cuando se está debajo, pero se puede trepar con cuidado para recolectar cuchillas, cimitarras, machetes, alfanjes, y bayonetas de la mejor calidad.

Me miró de soslayo a objeto de descifrar mis reacciones y prosiguió:

–Por supuesto que el árbol de los sombreros es una especie muy original: florece como un arbusto de mediana altura, y ha sido muy valioso por las innumerables cosechas que suele dar de bombines, chambergos, boinas y hongos, algunos de los cuales ya no se usan en estos días. Aunque todavía engendra redecillas de monjas y birretes de obispos, los sombreros de copa que allí se producen suelen sufrir de una fastidiosa enfermedad de hongos cuando se los relega demasiado en los armarios después de cosechados. Por fortuna para los cosecheros, las gorras con visera tienen una alta rentabilidad en las temporadas deportivas, en especial durante los mundiales de fútbol, lo cual compensa un poco los gastos de producción y de ventas.

Como tampoco dije nada importante, Mariano hizo una pausa para decirme que lo escuchara con más interés (talvez me vio distraído, aunque era una percepción errada) y señaló las especies más raras.

–El árbol de la participación es bastante mencionado en esta época, pero al parecer nadie ha visto su lento proceso de desarrollo. Es una variedad muy delicada: solo muy pocos conocen de veras sus más notables efectos. No hay especies perdurables y las genuinas son difíciles de hallar, por lo menos en este país. Los frutos maduros que puedan utilizarse como semilla son muy escasos. No obstante, los políticos siguen engañando a la gente alabando de las variedades productivas, pero al final ellos mismos terminan por manipular solamente el consumo de los frutos más verdes –-con lo cual se confabulan entre sí para que la participación de la gente en las decisiones que las afectan, en realidad sea completamente inútil y precaria.

Finalmente, cuando ya me descubrió envuelto en sus disquisiciones, mi amigo remató con esta perla:

–Hablemos del árbol de la paz: existen muchas variedades de este prototipo de árbol. Mire hacia Irak, Irlanda, o Afganistán, cada país tiene su propia variedad. Pues por lo general este árbol se cultiva de acuerdo con la calidad de los suelos y con la naturaleza de sus habitantes. Sin embargo, cuando se lo cuida bien, y crecen con la ayuda de un buen abono, sus ramas se despliegan frondosamente hasta cobijar extensos parajes donde las gentes viven muy felices.

No soporté los deseos de preguntarle por los depredadores.

–Sería muy extensa la enumeración de sus distintas ramas, todas apetecibles para aquellos que buscan seguridad y cobijo; pero en efecto el árbol vive bajo la amenaza de muchos depredadores, quienes no solamente destrozan sus flores y sus tallos, sino que también hacen cortaduras en su tronco por el afán de impedir o confundir su crecimiento. Solo la perseverancia que le prestan a su cultivo muchas personas generosas e idealistas, solo así se logra impedir semejantes daños y además combatir la presencia de unos microorganismos autoritarios y patógenos que no dejan sobresalir los exquisitos frutos de cada temporada. A los depredadores no les interesa que el árbol progrese, ni que la búsqueda de una variedad definitiva se convierta en un proyecto de largo plazo, tan solo para que ellos puedan mantener férreamente el control del status quo –un árbol pernicioso sobre el cual valdría la pena hablar luego.

Quedé satisfecho y sobrecogido con los descubrimientos de Mariano, pero con muchos deseos de explorar la posibilidad de conocer otros árboles más útiles, pero menos dóciles.

***
JL/17.09.07







No hay comentarios.: