24.2.08

DESDE COLOMBIA. Jaime Lopera Gutiérrez




CASTRILLÓN Y LA CRÍTICA HISTÓRICA

Para la Academia de Historia del Quindío[1] este es un día especial: uno de los mejores críticos literarios del país y de nuestra región, se incorpora como miembro regular de nuestra entidad y viene a enriquecer las tareas multidisciplinarias que tienen sus demás asociados. Pequeña por el número de sus integrantes, pero grande por la calidad de sus aportes a la búsqueda de la identidad quindiana, nuestra institución se complace en recibir esta tarde al doctor Carlos Alberto Castrillón Ramirez, de Armenia, como uno de los integrantes que más brillo y esplendor podrían darle a esta Academia.

La lectura de la prolija y extensa hoja de vida profesional que engalana la vida del Dr. Castrillon daría para rato, y no quisiera con su lectura privarlos a ustedes de su intervención en esta noche. Pero una enumeración de sus credenciales y de su obra no puede pasarse por alto, pues en ella radica la importancia de este reconocimiento. Licenciado y con Maestría en Literatura, es profesor universitario desde hace varios años e invitado permanente a otras ciudades y universidades del país. Ha recibido cinco premios en poesía, en cuento, en máxima docencia y como egresado distinguido de la Universidad del Quindío. Ha escrito cuatro libros de poesía; cinco ensayos literarios, dentro de los cuales se destaca su notable aporte con la Antología de la Poesía del Quindío que presentó en el año 2000; tiene nueve participaciones en libros colectivos, treinta ensayos publicados en diversas revistas nacionales y extranjeras; y dos investigaciones de puro rigor literario.

En lo local, se ocupado de conocer la vida y obra de autores consagrados entre nosotros como Baudilio Montoya, Humberto Jaramillo, Noel Estrada Roldán, Susana Henao, Bernardo Pareja, Carmelina Soto y Jorge Ramos, entre otros. Su incursión en temas históricos, con la salvedad del que vamos a escuchar hoy, se traduce en una Historia de los Barriales de Armenia que ya es una contribución específica a la historiografía municipal. Este breve resumen de su obra habla por sí solo y confirma la acertada decisión que hemos tomado para invitarlo a este grupo.

Varias veces lo hemos escuchado intervenir en la presentación de libros y eventos culturales. En lo particular, siempre me ha agradado su franqueza, el tono serio y documentado de sus discursos y asimismo he admirado ese carácter discreto, sin estridencias, del cual hace gala cada vez que tratan de registrarle su vida. Hace siete años, por invitación del Fondo Cultural, hice una presentación pública de su Antología y, al terminar, no pude entregarle el texto de mi disertación porque se había desparecido de mi vista --como temiendo agradecerme (hoy lo reconozco) esa mala perorata llena de estadísticas que no había dicho nada de su esfuerzo específico como compilador.

El ejercicio de la crítica literaria es un oficio difícil e ingrato. Este papel obliga a ser un explorador que penetra en las vastas profundidades de una obra y de un autor si se trabaja como un minero responsable. Pero esas largas horas adentro de los textos producen el enojo de los autores examinados cuando, aun con muchas sutilezas, se les dice la verdad en la cara, o se les hace caer en cuenta de su calidad. En otras ocasiones, dicho papel ayuda al crecimiento y aprendizaje de los escritores, como pude observarlo de cerca con los ensayos de mi amigo Hernando Valencia Goelkel a quien sus víctimas rodeaban con respeto porque sentían que él entraba mas allá de la epidermis del libro y que no habían sido leídos a medias.

Por lo demás, la crítica está emparentada con la historia. Los aficionados a ella hacemos investigaciones, recopilamos estadísticas, tomamos notas, nos enfrentamos a fuentes primarias y secundarias, y luego entregamos el fruto de ese trabajo a los lectores. Con el correr del tiempo, siempre existirán unos cofrades que no tragan entero y que hacen pensar a los autores hasta el punto de obligarlos a ciertas revisiones. Esta fue una tarea formidable que hicieron en Europa Marc Bloch y Ferdinand Braudel, con el consiguiente mejoramiento en los estudios históricos. En Colombia cabe recordar a nuestros maestros, Henao & Arrubla, quienes dominaron por muchos años los textos escolares y nos dieron su visión personal de los hechos de nuestra nacionalidad; hasta que apareció Indalecio Liévano Aguirre quien, en un soberbio libro sobre los conflictos sociales y económicos, rectificó algunas visiones idealistas, le devolvió al artesano Jose Maria Carbonell su papel como principal protagonista del 20 de julio y puso en su sitio a los realistas oligarcas que se disfrazaron de granadinos, de puro oportunistas, para no ofender del todo a la Corona española.

La Academia de Historia del Quindío es propicia a esas situaciones porque aceptamos las evaluaciones, no estamos a la defensiva, ni en plan de erigirnos como portadores de la verdad histórica de esta región. De hecho, una anterior asociada nuestra, la historiadora Olga Cadena, puso en apuros a una de nuestras ciudades cuando dijo que el verdadero padre del Quindío no era Salento sino Calarcá, dado que la expansión quindiana se dio más aquí que desde aquella penitenciaria del Gobierno en Boquía. En otra ocasión, los pereiranos se mostraron recelosos cuando una ponencia de Armando Rodríguez les mostró que ellos aún tienen que darnos cuentas por una porción del territorio de Pereira, en la laguna del Otún, que, por un error en los mojones y los límites, se quedó en sus mapas cuando en realidad pertenece a nuestro departamento. Todavía los estamos invitando a ese debate para que nos convenzan de nuestra equivocación, pero su silencio añade sospechas de que estamos en lo cierto.

Entonces las cosas empiezan bien con nuestro nuevo académico. El título de su charla, me lo aclaró él mismo, no concierne únicamente con Humberto Jaramillo Ángel sino también con Rodolfo, su hermano. Porque ambos fueron escritores que se ocuparon de lanzar la importante cuentística caldense a todos los rincones de la patria, pero al mismo tiempo fueron testigos de su tiempo calarqueño. Y allí, en sus crónicas y en sus relatos, hay testimonios culturales de valioso significado que le permiten, al historiador acucioso, desenredar el ovillo de los detalles para obtener con ellos una visión más global de los importantes episodios que ocurrieron en esta comarca. ¿O acaso no son útiles las anécdotas de los Jaramillo Ángel para ir conformando el universo de conductas, valores y de actitudes que le dieron cuerpo al sistema de la arriería, uno de cuyos centros operativos era Calarcá en el cruce de caminos con el Oriente colombiano? Y para ser más explícitos, el teatro y el paisaje de Tomás Carrasquilla trascendieron porque en su literatura estaba el germen del costumbrismo como una modalidad de expresión del pueblo antioqueño.

Como era apenas obvio, elegimos la Casa de la Cultura de Calarcá para llevar a cabo esta exaltación. Pero, como se aprobó en reciente sesión de la AHQ, nos proponemos llevar este mismo tipo de eventos a otras ciudades del departamento en la medida en que vayamos encontrando razones para hacerlo. La identidad es un fenómeno hondamente participativo y ninguna disciplina es mas noble y segura para confirmarla que la historia de sus pueblos. Los jóvenes que conocen sus raíces se sienten menos solitarios y, de alguna manera, empiezan a sentir el orgullo de pertenencia con el cual pueden levantar la cara ante propios y extraños cuando puedan observar que los mitos y leyendas de su tierra, sus costumbres, y sus protagonistas hacen parte de ellos mismos sin vergüenza y con frenesí.

Dr. Castrillón: solo nos faltaría el rito ese de sumergir su cabeza en las aguas del río Santo Domingo para que, además de miembro de esta entidad, se sienta calarqueño de postín. Aquí solemos hacer esas cosas: ¿no le despojamos al Tolima la efigie del cacique Calarcá para que nos representara, y no le arrebatamos a los de Rionegro los versos de Baudilio para que se quedaran con nosotros esos aires idealistas del poeta con los cuales se puede nadar en medio de esas enormes e impersonales olas materialistas?

A nombre de la AHQ, bienvenido y muchas gracias.

Jaime Lopera Gutiérrez
24 de Enero de 2008


[1] Presentación de Jaime Lopera Gutiérrez, en la Casa de la Cultura de Calarcá, durante la ceremonia de recepción de Carlos Alberto Castrillón como miembro de la Academia de Historia del Quindío. Enero 24 de 2008.

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